Saturday, April 11, 2020

200411 Formalicemos las relaciones de trabajo (Experiencias y conclusiones del encierro, nota 1)


El presidente Duque, muchas veces ojeroso, acompañado de ministros también ojerosos, nos informa detalladamente todos los días sobre la evolución de la situación y sobre las medidas que han tomado para sortear la crisis. El gobierno nacional nos ha dado ejemplo de trabajo y buen manejo de la situación.

Ya hemos hablado de los trabajadores de la salud que se merecen el aplauso diario de las 8 de la noche, así como de los otros exceptuados de la norma de aislamiento, que nos atienden con ese valor civil digno de nuestro agradecimiento.

Pero hay otros en los que muy poco se ha pensado, con una angustia inmensa, que son personas conocidas con necesidades que a ellos mismos se les dificulta reconocer. Profesionales por cuenta propia, ediles y presidentes de juntas de acción comunal, periodistas independientes. En casi todos los casos, las personas genuinamente piensan que no tienen ingreso suficiente como para contribuir al sistema de seguridad social.

¿Quién de nuestros empresarios no ha oído la expresión “no me dejo afiliar al seguro porque pierdo el Sisbén”? ¿Quiénes no han tenido la dificultad de formalizar trabajadores porque dicen perder el subsidio a los desplazados, a las familias en acción, a los excombatientes?

En Colombia tenemos una informalidad del 47,2%, y en Armenia ese porcentaje asciende al 57%.

Las instituciones fomentan la informalidad del trabajo en el país. Si hablamos de economía cafetera, he oído la expresión que “la caficultura no alcanza a pagar el Código Laboral”, y veo con frecuencia ofertas de pólizas para cubrir accidentes personales con un costo por persona entre 20 y 27 mil pesos mensuales, que tienen implícito el reconocimiento de que se ofrecen para jornaleros informales. Así tranquilizamos nuestra conciencia e incumplimos la norma con la paradoja de que muchos caficultores propietarios no cotizan a la seguridad social.

El ejemplo viene desde el Estado. Con contratos de servicios o nóminas paralelas en todas las instituciones públicas los gobernantes se aprovechan de la necesidad de las personas y los contratan por 10 meses, los hacen trabajar más tiempo, y los condicionan a un apoyo en votos, evadiendo la situación real. Ayer mismo estuve revisando documentos elaborados por abogados contratistas del municipio de Armenia. Quisiera preguntarles a estos profesionales si sienten que su contratación está sujeta a la legalidad o a su realidad en la vinculación.

Al salir de la emergencia, el gobierno debe hacer un gran esfuerzo para estabilizar la economía y para formalizar el trabajo de todos los colombianos. Esa tarea se debe adelantar con valentía política y con creatividad. El Coronavirus nos enseñó que la formalidad en el trabajo es una garantía para esperar una protección digna.

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