A Mauricio Herrera el 13 de marzo de 2015

Amigos todos: Mauricio Herrera era un hombre que no se podía ignorar, siempre intervenía, siempre se notaba.  Lo vamos a extrañar

Extrañaremos a la persona orgullosa de su historia, de la de su familia, de la de su país, que contaba las historias de La Uribe, las epopeyas de la vía por Colombia Huila, la formación del ganado Sanmartinero, las exportaciones de arroz por el Meta, las borracheras y parrandas en Villavicencio, las visitas de los bancos ante los desastres agrícolas, los análisis de laboratorio de suelos de las fincas de los llanos, todas anécdotas con finales de risa, conclusiones de optimismo y enseñanzas de esfuerzo para conseguir soluciones.

Extrañaremos al Mauricio empresario, luchador, que nunca se dejó derrotar, al que siempre sintió que un tropiezo es el inicio de un nuevo paso.

Extrañaremos al del humor negro y fino, para quien todas las circunstancias merecieron un apunte inteligente y muchas veces una burla para sí mismo.

Extrañaremos al hombre sincero, que tantas veces "cantó la tabla", y tras de eso proponía y presentaba soluciones.

Extrañaremos al que se apodaba Herodes pero que no podía resistir la sonrisa y la cercanía de un niño.

Extrañaremos al ser generoso que no tuvo temores de ofrecerlo todo, un apoyo económico, una enseñanza a tiempo, un consejo oportuno, una palabra de aliento.

Extrañaremos al hombre realmente interesado en los demás, al innovador permanente, al retador continuo al que invitaba a proponer cosas constructivas.

Extrañaremos las camisetas con su foto, sus dichos del “freno hidráulico”, las tertulias en la Cabaña, su amor a las palmas.

Extrañaremos sus aportes a la palmicutura, su raro olfato para la innovación, su curiosidad insaciable.

Nos queda su imagen de hombre con la cabeza alta, con paso orgulloso, con esa visión de la vida que nos cautivó a quienes lo seguimos queriendo con el corazón, que lo podemos compendiar en tres palabras: Generosidad, originalidad y humor.

¡Buen viaje Mauricio! Ojalá encuentre muchas palmas en el jardín del Cielo.

Luis Fernando Jaramillo Arias