Saturday, December 05, 2020

Sueños, culpas y gratitud 201204


Por Luis Fernando Jaramillo Arias

Apareció en mi noche un sueño de infancia en el que el Hermano Sebastián decía señalando con el dedo: “Hay que tener temor de Dios” y quién dijo miedo; una fuente de culpabilidades a todo lo que aparecía en esa época de descubrimientos personales. La salida era buscar al culpable de cualquier cosa y así el responsable era otro. En el sueño apareció un vitral que había en la iglesia de no se dónde, cuando íbamos los alumnos del colegio de los hermanos Maristas de Armenia a oír una de las muchas misas a las que asistimos por una fiesta que no sabíamos qué significaba. En esa época la cosa era sin discusión. 

El vitral estaba constituido por tres triángulos que configuraban la Santísima Trinidad. Uno representaba el Espíritu Santo en forma de paloma; otro era un niño que personificaba al Hijo y el otro simbolizaba al Padre, un señor corpulento de barba blanca con cara bonachona que no concordaba con la expresión del Hermano Sebastián. Tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Todavía no logro saber a qué se le debería temer. A la paloma, al niño o al señor bonachón.

Desperté y mi sueño cambió el miedo por una sonrisa. La cara del barbudo que se presentó en mi sueño era la de Alberto Gómez Mejía mi amigo, el fundador del Jardín Botánico del Quindío que abrió de nuevo sus puertas hoy viernes 4 de diciembre de 2020 este año de la pandemia, de muchas barbas crecidas. Alberto se dejó crecer una barba bíblica en ese encierro paradisíaco que es el jardín botánico en Calarcá y por eso identifiqué la cara bonachona del primer triángulo del vitral. 

Mi siguiente reacción fue buscarle alguna culpabilidad por suplantar al Padre en la Santísima Trinidad y se la encontré. Alberto es culpable por encontrar en el casco urbano de Calarcá un relicto de monte premontano sin igual en toda la región; es culpable por enseñarnos la existencia de esa biodiversidad arrolladora que caracteriza nuestro Quindío; es culpable de que tengamos un mariposario; es culpable de ponernos a oír el canto madrugador de los pájaros; es culpable de redescubrir lo que Humboldt y Bonpland encontraron aquí: “La cordillera del Quindío es una de las regiones más ricas en plantas útiles y curiosas” y “Entre los sitios visitados durante el viaje americano, el Quindío fue quizás el lugar más rico en plantas”.  Alberto es el culpable de enseñarnos a apreciar el tesoro en el que estamos parados.

Todos los sueños deberían terminar así. Con una sonrisa y con un culpable de tantas cosas buenas. ¡Gracias Alberto! Me encantan tus pecados y culpabilidades.


[1] Del libro Memorias del Camino del Quindío en la época de la independencia una realización del Fondo Mixto para la Promoción de las Artes y la Cultura del Departamento del Quindío, 2009, el Ministerio de Cultura y la Gobernación del Quindío


0 Comments:

Post a Comment

<< Home