Si nadie lo cuida, es mío 200919
Por Luis Fernando Jaramillo Arias
Jorge está
haciendo cola en el banco y ve que un señor se instala dos puestos adelante;
Carlos va caminando, se encuentra un automóvil estacionado en el andén y se
tiene que bajar a la calle para seguir su tránsito; Gilma intenta sacar agua
del río y no lo hace porque está sucia y huele mal; Alfredo desde la montaña ve
la ciudad coronada por una nata espesa; Orlando lee en las redes sociales sobre
los fraudes cometidos por los alcaldes con contratos de urgencia manifiesta
dizque para atender la pandemia en sus municipios; Carmela oye en una mesa de
la cafetería del pueblo que varios contratistas comentan que le han comprado al
alcalde, por anticipado, contratos de obras públicas.
¿Qué tienen
en común Jorge, Carlos, Gilma, Alfredo, Orlando y Carmela? Necesitan entender
por qué el señor colado no respeta el tiempo de los otros; por qué el automóvil
estacionado ocupa el espacio destinado a los peatones; por qué viene sucia el
agua que necesita la comunidad, por qué el aire que respiramos tiene ese color,
por qué no se hacen las obras públicas con los dineros destinados para ellas o
por qué el alcalde cree que el erario sirve para financiar su campaña.
Nuestros
personajes tienen en común que todos asisten a la privatización de lo
público.
Lo público es
todo aquello que tenemos que compartir. Lo que se debe distribuir
equitativamente. Lo que requiere respeto por la parte que el otro puede aspirar
o necesitar. Lo público cubre todos los ámbitos de la vida porque vivimos en
comunidad.
Nuestra
sociedad tiene la idea de que lo público es de nadie. Por eso mucha gente siente
que se puede apropiar del tiempo de todos, del espacio de todos, de la calle de
todos, del agua de todos, del aire de todos, del erario de todos, de las obras
públicas que necesitamos todos.
El cambio
está en que entendamos que lo público nos pertenece a todos, así lo cuidamos y
evitamos que los avivatos se lo roben y lo conviertan en su propiedad privada. Con
amenazas de cárcel o de sanciones que no se cumplen por parte de una justicia paralítica,
vamos a seguir oyendo que “si nadie lo cuida, es mío”, y lo ponen en práctica. Nosotros
mismos tenemos que solucionar el problema; lo privado lo cuida el dueño, lo
público lo cuidamos todos.
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