El regalo navideño.
Los amigos se volvieron a reunir en la plaza de Bolívar a tintiar. Se vieron, se abrazaron, se contaron sobre sus celebraciones de navidad y año nuevo, algunos en turno de trabajo, otros reunidos en familia. La alegría era la tónica y desde luego la política que es el tema de todos.
¿Qué le trajo el niño Dios Robamundo? Preguntó Pachito. El
hombre se puso serio, se paró y en tono grandilocuente le dijo a la mesa: La
Corte Constitucional me dio el mejor regalo de Navidad. Confirmó la pena de
prisión para los delitos de injuria y calumnia. Ya tengo el arma jurídica
contra aquellos que están acostumbrados a denigrarme, a injuriarme y a
calumniarme pues los que cometan estos delitos tendrán que pagar entre un año y
medio y cuatro años de prisión. Cualquier cosa que digan de mí lo deben demostrar
con hechos reales y documentos ciertos.
Pachito le indagó: ¿Y lo que es verdad sabida por todos, comentado
en toda la prensa, dicho en voz baja por los empleados de las entidades
públicas también está incluido? ¿Hasta las opiniones de editorialistas y
periodistas que se informan de personas que trabajan en las entidades públicas
protegiendo sus fuentes?
¡Sí, hasta esos! De ahora en adelante demandaré a todo el
que no me llame “el exitoso dirigente político” que es lo que soy. Envidia por
estar en el negocio de la política; ¿Qué tiene eso de malo?
Diógenes Benítez, tradicional contrincante de Robamundo
interpeló: Tiene de malo que su negocio se hace con la plata pública que es de
todos, no suya.
Recientemente estuve revisando un trabajo de la Universidad
de Navarra en el que encontré este fragmento: “Los malvados hablan y bien alto.
En cambio, los «hombres buenos» creen que ser correctos es hacer lo contrario,
y se inhiben de toda actuación que suponga una confrontación, un
enfrentamiento, una denuncia, porque se confunde enfrentamiento con falta de amor
y denuncia con falta de respeto. Y de esta forma, ante la falta de
confrontación, se llega al consentimiento; y la ausencia de enfrentamiento degenera
en cobardía”. También están los que por miedo, por temor a perder una posición
o simplemente “por no meterse en problemas” comentan solo en voz baja. Pero esa
suma de voces en tono bajo se convierten en un grito que clama al cielo. Martin
Luther King hablaba de los silencios culpables: “Dios nos juzgará no tanto por las cosas malas
que hicimos, sino por las buenas que debimos hacer y no hicimos.”
En conclusión, remató Diógenes, muchos creen que como los
ciudadanos no cuidamos lo público, es de nadie y por eso lo privatizan. Ese es
su negocio Robamundo.
Robamundo Sinasco dirigió sus ojos a Diógenes con mirada de
fusil. No se despidió.
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