¿Por qué no hay trabajadores en el campo?
Con frecuencia oímos quejas de cultivadores de café, de
naranja, de palma, sobre la escasez de personal. Hace poco el destacado líder
cafetero Faber Buitrago se lamentaba porque “nuestros operarios del campo están
en vía de extinción” y otro añoraba la presencia de trabajadores venezolanos.
Recientemente las noticias anunciaban que la cosecha de
racimos de palma de aceite en Malasia se estaba perdiendo porque no llegaban
obreros extranjeros procedentes de Myanmar y Bangladesh. También circulan
promociones para trabajar en las zonas rurales de España, en las de Canadá y
hasta en Estados Unidos las autoridades fronterizas se hacen los de la vista
gorda en ciertas épocas a solicitud de los cultivadores de California o de
Texas.
La primera conclusión es que la migración del campo a la
ciudad es una tendencia mundial porque las personas se han hecho al espejismo
de ver en las zonas urbanas la posibilidad de conseguir sus sueños. La segunda
es que los trabajos agrícolas ya no atraen. La rotación en las empresas
formales es altísima, reflejo de un mensaje de insatisfacción. En muchas zonas
cafeteras el trabajo lo hacen ancianos y mujeres que llegan a las fincas
acompañadas de sus hijos porque no tienen quién los cuide. El cuadro evoca obras
de épocas que creíamos superadas como el Londres de la era victoriana que
relata “Oliver Twist” de Dickens o “Los Miserables” de Víctor Hugo en el París
de principios del siglo XIX
La juventud tiene objetivos aspiracionales diferentes a
trabajar expuestos al sol y al agua, a veces por un jornal miserable, con un
esfuerzo material considerable, sometidos en ocasiones a escaseces en la
comida, en la dormida y a transporte precario. Unos pocos tienen la suerte de
acceder a empresas formales pero tampoco se sienten satisfechos. La formalidad
no parece atractiva para ellos.
Con fácil acceso a internet, los deportistas tienen el
espejo de James Rodríguez, los artistas el de Shakira, otros quieren ser
influenciadores para conseguir fama y dinero. Hasta el ser webcamer es una
profesión de la que se habla con desparpajo. Toda una transformación.
Debemos mirar hacia adentro y buscar las causas de lo que
pasa: Mejorar sustancialmente los ingresos de los trabajadores, darles conectividad,
generar alternativas decorosas de vivienda rural con servicios públicos suficientes
y estables, revelar oportunidades de progreso y ascensos de carrera, fomentar
el aprecio por la vida cercana a la naturaleza, incentivar los deportes, el
buen uso del tiempo libre, promover escenarios familiares, educación de calidad,
seguridad social plena con fácil acceso a la salud y cobertura sobre accidentes
de trabajo y pensiones, capacitación en oficios, buen trato. Quién sabe cuántas
cosas más.
Hacer sexi el trabajo en el campo, un gran reto.
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