Se acaban las chimeneas mata gente
Iba por una carretera detrás de una volqueta cargada de
material de río y me sentía en una tragedia. El humo que salía del exhosto del
vehículo y una carpa mal amarrada que daba paso a piedras que golpeaban el
parabrisas de mi carro me tenían muy nervioso.
Paré a cargar combustible en una estación Primax y a mi lado
se encontraba un transportador que también conducía una volqueta modelo 90 con
la carpa muy bien amarrada. Le pregunté; ¿Todos ustedes son irresponsables, nos
llenan de humo y están botando piedras por el camino? Me contestó muy amable y
con ese gesto convirtió mi ira en pena. Me quitó el presunto derecho que me
estaba arrogando de regañar al uno por cuenta del otro. Javier vio mi
incomodidad y me dijo: Tranquilo señor que ya he pasado esta situación. Solo
que aprendí a ponerme en los zapatos del otro, entender su causa y generar una
discusión amable que me permita contarle algunas cosas.
Me llamo Javier Merchán, de Asovolchia, soy volquetero y
cargo material desde la cantera del río Barragán. Mi volqueta es modelo 90 como
usted la ve, muy vieja pero sometida a repotenciación. Hice tres cosas y mi
vida cambió: Hago buenas prácticas y por eso amarro muy bien la carpa para
evitar que alguna piedra se escape de mi volco para que los demás estén seguros;
cuando me insultan o me regañan contesto con una sonrisa; por último, me puse
la camiseta de los biocombustibles usando voluntariamente una mezcla alta que disminuye
la contaminación; prendió su volqueta y en efecto ví que no echaba humo.
Mire usted, me dijo: Hoy me río de las revisiones tecnomecánicas a las que antes
les tenía pavor. Encontré en los biocombustibles, el camino corto que
necesitaba el mundo para la transición energética; de
consumir un producto importado que además se subsidia pasé a un combustible
fabricado por nuestra tierra, nuestro sol, nuestra agua, nuestra gente,
nuestros empresarios o sea, un producto completamente nacional “made in Colombia”.
Además, la infraestructura está construida, el parque automotor en rodamiento,
la agricultura está produciendo y el país tiene las tierras para ampliarse. Y
como si fuera poco, ya hay una tecnología de motores ensayada en Brasil que
combina la electricidad con los biocombustibles para obtener las mejores
ventajas de los dos sistemas de movilidad vehicular que son el eléctrico y el
de motor que puede funcionar con biocombustibles.
La gran noticia es que los petroleros y los fabricantes de
vehículos ya se dieron cuenta de que los biocombustibles no son sus enemigos, que
son su complemento y que son como un puente Bailey de
los que usa el ejército para emergencias que los puede instalar en muy corto
tiempo para solucionar problemas de tránsito.
En los biocombustibles el país tiene su puente Bailey de uso
inmediato para hacer una transición energética y yo con mi volqueta tengo la
posibilidad de trabajar convertido ya no en “el asesino de la chimenea
matagente” sino en un luchador por el pan de la mesa de mi familia preocupado
por dejar de contaminar el planeta que es la “casa de todos”.
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