Saturday, December 31, 2022

Fin de año 221231

Por Luis Fernando Jaramillo Arias

En mi niñez, los días de fin de año comenzaban con las velitas que se quemaban en una tabla en la puerta de la casa o en un arco de lata de guadua que se hacía en las fincas. El 7 era el día de los faroles, de la pólvora, de cuadrar las invitaciones a las matadas de marrano.

En Armenia se instalaban durante la época decembrina los “almacenes agáchese” que hoy ya no se usan porque funcionan todo el año con las ventas callejeras en exhibiciones puestas en calles y andenes. Preparábamos el pesebre para tenerlo listo el 16 cuando se comenzaba a rezar la novena navideña “Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres… “, oraciones y luego Tutaina tuturuma…tutaina tuturumaina.

Comenzaba la época de los juegos de aguinaldos. Pajita en boca, dar y no recibir, hablar y no contestar, en los que el que perdía, al grito de ¡Mis aguinaldos! Se daba por vencido y pagaba con un obsequio.

El 24 era el día de los regalos. No los traía “Santa” sino El Niño. Sorpresas agradables y también frustraciones como una que sucedió cuando no me llegó un caballito de palo que le estaba pidiendo fervorosamente todas las noches al terminar el “Ángel de mi guarda mi dulce compañía…” Como era un secreto para el Niño Dios, no le conté mi deseo a mi mamá, a mi papá ni a mi hermana. El Niño Dios me quedó mal, aunque esa noche se quemó pólvora, se rezó la novena y se cantaron “Arbolito de Navidad que siempre florece los 24…” y también la canción del Caballero Gaucho, “Viejo juguete”. Aún con lo borrosa que es la memoria de tantos años atrás, más recuerdo ese pasaje que los muchos otros de alegría. Marca mucho lo negativo y por eso el esfuerzo debe hacerse en pro de lograr que prime lo bueno, que sume lo positivo, que la felicidad sea una meta de siempre.

Venía el 28 de los inocentes con la “inocentada” del día y después el 31 de diciembre. En la noche se preparaba el “Brindis del bohemio” y luego se cantaba “Faltan cinco pa las doce…”, el “Hijo ausente” y muchas otras canciones de parranda. El primero de enero era como un nuevo amanecer en el que todas las cosas iban a cambiar. Por eso los calzones amarillos, las 12 uvas, la vuelta a la manzana arrastrando las maletas.

Tantos recuerdos y momentos de familia, tantas veces desearse feliz año, tantos caminos recorridos. El año que sigue también tendrá alegrías y dificultades. Tendrá su tiempo, pasará a la historia y vendrá uno nuevo. El mundo gira y gira y gira y gira. Nuestro tiempo va pasando y seguimos recorriendo un camino que debemos hacer grato. Sin tristezas, sin quejas, disfrutando lo que tenemos, haciendo el bien, amando y sirviendo que es lo que más satisfacciones da. Hacerlo permanentemente, sin necesidad de esperar fechas comerciales. Lo único es el hoy porque el ayer ya pasó y el futuro es incierto. Vivamos y seamos felices ahora, buscando serlo siempre. Eso deseo para todos en el año que viene con un abrazo último modelo en todos los siguientes.

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