¡Alarma, alarma, alarma! 221223
Por Luis Fernando Jaramillo Arias
En la esquina donde está situado el cafetín no hay revuelo
aunque hay una alarma suena y suena. Cuando eso pasa, los contertulios
conversan más duro para no tener que ponerle atención al incómodo aparato. No
les interesa el mensaje.
En nuestra ciudad hemos tenido una seguidilla de asaltantes
al erario y de atracadores a la comunidad a los que ya nos hemos acostumbrado
porque el embrujo de la tierra nos ha adormecido.
Cuando se consagró constitucionalmente la elección popular
de alcaldes, en 1988 y 1990 fueron elegidos dos señores burgomaestres, Fabio
Arias Vélez y César Hoyos Salazar. A partir de ahí, tal vez con la excepción de
Álvaro Patiño Pulido elegido en enero de 1998 a quien le tocó lidiar con la
reconstrucción de la ciudad por el terremoto de 1999, y de algunos encargados
con paso fugaz, en Armenia estamos como el jugador de billar que no logra hacer
una carambola. Todas se nos pierden y lo grave es que los electores como los
clientes del cafetín en el que muchos fuman, ni oyen la alarma ni se percatan
de la puerca atmósfera que respiran. Corrupción por todo lado, hasta por
algunos del sector privado que cometen ciertos “pecadillos” que consideran
veniales.
El libreto es conocido. Los patrocina un patrón al que le
corresponden con nombramientos, contratos y obediencia. La publicidad en redes
es profusa y las sonrisas, los abrazos, los Dios lo bendiga, los con la ayuda
de la Santísima Virgen, los regalos por cuenta de los contratistas, pan y circo
permanentemente pero de soluciones, nada. Concejo domado con puestos de
contratistas y comisiones que son un secreto a voces. Los entes de control
cooptados. La presentación de unos proyectos de acuerdo al Concejo Municipal en
días clave por ser vecinos de festivos o por estar en una época en que la
atención de los ciudadanos se dispersa.
Ya pasó con Mario Londoño en una concesión de Aseo por ocho
años que se debió entregar a EPA en 2011, en el que se vieron escándalos con
nombres como Servigenerales y los hermanos Nule y se vivió posteriormente una
cruzada para recuperar para la ciudad el servicio de aseo. También pasó con Luz
Piedad Valencia que no solo nos metió la mano en la Valorización sino también
con una concesión de alumbrado público de la que se recuerda que en noviembre
2014 la funcionaria hoy cómodamente presa en su casa aseguraba que el municipio
no contaba con recursos para invertir en la modernización que requería ese
servicio en la búsqueda de otorgar una concesión a una firma denominada ISM
Ingeniería SAS que la detenta por 15 años.
El actual alcalde nos salió con dos perlas esta semana: Las
solicitudes de autorización para endeudar la ciudad en un nuevo préstamo por
$20.000 millones de pesos, muy oportun para las elecciones del año próximo y la
de otorgar en concesión la Secretaría de Tránsito y Transporte de Armenia
conocida como SETTA por un período, ya no por 8 o por 15 sino por 20 años con
los mismos argumentos utilizados por Londoño y Valencia en sus respectivos
momentos.
¿Qué buscan los alcaldes de la ciudad al deshacerse de las
obligaciones y eliminar la entrega de bienes públicos a los ciudadanos? ¿Por
qué el afán? ¿Por qué las presiones para la aprobación de los acuerdos? ¿Por
qué el paralelo entre alcaldes acusados o condenados por corrupción y el
alcalde actual que todavía tiene pendiente de solución una investigación en la
procuraduría por un contrato al inicio de la pandemia? ¿Qué será? ¿Será que el
títere le está haciendo caso al patrón? Hay demasiados indicios.
En todo caso, en Armenia suena a gritos la alarma en la
esquina del cafetín. Soy muy pesimista sobre si los concejales la oirán; ojalá
la ciudadanía la oiga. En muchas ocasiones la alarma ha sonado “ladrón, ladrón,
ladrón”; ojalá en esta no tenga que cambiar su ulular…
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