Friday, December 23, 2022

¡Alarma, alarma, alarma! 221223

Por Luis Fernando Jaramillo Arias

En la esquina donde está situado el cafetín no hay revuelo aunque hay una alarma suena y suena. Cuando eso pasa, los contertulios conversan más duro para no tener que ponerle atención al incómodo aparato. No les interesa el mensaje.

En nuestra ciudad hemos tenido una seguidilla de asaltantes al erario y de atracadores a la comunidad a los que ya nos hemos acostumbrado porque el embrujo de la tierra nos ha adormecido.

Cuando se consagró constitucionalmente la elección popular de alcaldes, en 1988 y 1990 fueron elegidos dos señores burgomaestres, Fabio Arias Vélez y César Hoyos Salazar. A partir de ahí, tal vez con la excepción de Álvaro Patiño Pulido elegido en enero de 1998 a quien le tocó lidiar con la reconstrucción de la ciudad por el terremoto de 1999, y de algunos encargados con paso fugaz, en Armenia estamos como el jugador de billar que no logra hacer una carambola. Todas se nos pierden y lo grave es que los electores como los clientes del cafetín en el que muchos fuman, ni oyen la alarma ni se percatan de la puerca atmósfera que respiran. Corrupción por todo lado, hasta por algunos del sector privado que cometen ciertos “pecadillos” que consideran veniales.

El libreto es conocido. Los patrocina un patrón al que le corresponden con nombramientos, contratos y obediencia. La publicidad en redes es profusa y las sonrisas, los abrazos, los Dios lo bendiga, los con la ayuda de la Santísima Virgen, los regalos por cuenta de los contratistas, pan y circo permanentemente pero de soluciones, nada. Concejo domado con puestos de contratistas y comisiones que son un secreto a voces. Los entes de control cooptados. La presentación de unos proyectos de acuerdo al Concejo Municipal en días clave por ser vecinos de festivos o por estar en una época en que la atención de los ciudadanos se dispersa.

Ya pasó con Mario Londoño en una concesión de Aseo por ocho años que se debió entregar a EPA en 2011, en el que se vieron escándalos con nombres como Servigenerales y los hermanos Nule y se vivió posteriormente una cruzada para recuperar para la ciudad el servicio de aseo. También pasó con Luz Piedad Valencia que no solo nos metió la mano en la Valorización sino también con una concesión de alumbrado público de la que se recuerda que en noviembre 2014 la funcionaria hoy cómodamente presa en su casa aseguraba que el municipio no contaba con recursos para invertir en la modernización que requería ese servicio en la búsqueda de otorgar una concesión a una firma denominada ISM Ingeniería SAS que la detenta por 15 años.

El actual alcalde nos salió con dos perlas esta semana: Las solicitudes de autorización para endeudar la ciudad en un nuevo préstamo por $20.000 millones de pesos, muy oportun para las elecciones del año próximo y la de otorgar en concesión la Secretaría de Tránsito y Transporte de Armenia conocida como SETTA por un período, ya no por 8 o por 15 sino por 20 años con los mismos argumentos utilizados por Londoño y Valencia en sus respectivos momentos.

¿Qué buscan los alcaldes de la ciudad al deshacerse de las obligaciones y eliminar la entrega de bienes públicos a los ciudadanos? ¿Por qué el afán? ¿Por qué las presiones para la aprobación de los acuerdos? ¿Por qué el paralelo entre alcaldes acusados o condenados por corrupción y el alcalde actual que todavía tiene pendiente de solución una investigación en la procuraduría por un contrato al inicio de la pandemia? ¿Qué será? ¿Será que el títere le está haciendo caso al patrón? Hay demasiados indicios.

En todo caso, en Armenia suena a gritos la alarma en la esquina del cafetín. Soy muy pesimista sobre si los concejales la oirán; ojalá la ciudadanía la oiga. En muchas ocasiones la alarma ha sonado “ladrón, ladrón, ladrón”; ojalá en esta no tenga que cambiar su ulular…

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