Saturday, August 05, 2023

La justicia política, arma siniestra.

 


Estos días han sido agitados con el espectáculo del hijo de un mal padre vengando quién sabe cuántos traumas de infancia, movido por valores torcidos conseguidos en su crianza, opiniones sobre sí la traición fue del padre, o del hijo o producto de una infidelidad. El coro furibundo de millones de colombianos que no comparten las acciones del gobierno más se parece a un circo romano que a un episodio de justicia.

En esta escena estamos viendo una réplica de lo que sucedió hace poco más de veinticinco años cuando a Ernesto Samper se le metió un elefante a las cobijas pero no lo vió porque “se metió a sus espaldas”. Después del “yo no lo crié” están apareciendo los defensores profesionales, la pauta oficial con noticias relucientes, publicaciones del gobierno difundiendo una terna de candidatas a la fiscalía que más parecen pertenecer a un grupo de activistas mamertos en la Universidad Nacional.

No voté por Petro, no me gusta Bolívar, ni Cepeda, ni Piedad Córdoba ni ninguno de los que están tratando de sacar en limpio a un presidente ilegítimo que hizo campaña durante más de dos años con una financiación de la que nadie ha dado cuenta, que llegó a la presidencia con dineros ilícitos, que compró votos a diestra y siniestra según se afirma. Lo mismo pasó con Santos y quién sabe con cuantos otros más que han quedado impunes porque en Colombia la justicia es política o paralítica.

Me parece que hoy no tenemos una excepción. Percibo en las actuaciones del fiscal un mal tufillo y una premura que pareciera coincidir con el afán de ver que su período agoniza. Así no es. Por más que estemos de acuerdo con alguna actuación de los jueces, no podemos tolerar que sus decisiones sean políticas. La justicia politizada es un arma siniestra, es la perdición de las naciones. Su aplicación en contra de los rivales políticos es ignominiosa, la mentira florece, la manipulación pulula.

Esta pildorita de las declaraciones de Nicolás Petro y su pareja ha desprestigiado profundamente el gobierno y seguramente nos va a disminuir el peligro de que el régimen se perpetúe y de que instaure una justicia política de su línea y un sistema electoral amañado como sucede en el podrido Venezuela.

El mejor escenario para los colombianos es que suceda lo que pasó con Samper que no pudo hacer más daño porque se la pasó defendiéndose y salió por la puerta de atrás al cabo de su período. Tres años son muy pocos en la historia y si a Petro le servimos en bandeja la disculpa de la justicia política, hábilmente logrará hacerse la víctima para incendiar el país o para hacernos caer en manos de Francia.


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