Monday, January 04, 2021

2020 un número bonito 210102

Por Luis Fernando Jaramillo Arias

En audio https://youtu.be/P_ZzO1ZhjOM  (Imágenes de Google)

En la curiosidad sobre lo que podría significar un año con un número bonito como 2020, estuve indagando sobre los calendarios. Concluí que en el permanente girar del mundo, sus habitantes nos hemos impuesto medir nuestra vida en períodos que llamamos años que representan, fuera del ritmo del corazón y de los ritmos marciales y musicales, tal vez el ciclo más claramente identificado por los científicos desde la antigüedad. Existen muchos calendarios, entre ellos el calendario egipcio, el maya, el calendario juliano, el gregoriano que nos impuso el papa Gregorio XIII en 1582 hace 418 años gregorianos como los deberíamos llamar. Hasta existe el calendario Armenio[1], en la república asiática donde la historia sagrada dice que recaló Noé con su arca después del diluvio universal. Todas mediciones imprecisas, tanto que para cuadrar los años, cada cuatro hay un bisiesto con un 29 de febrero, pero aún así se hacen otros “cuadres”[2]. En conclusión, todo es relativo, impreciso, todo depende del lente con que se mire y se hace necesario mirar más allá de las narices.

El 2020, ese número bonito, llegó con la expectativa de revuelta que representaron los paros del 21 de noviembre de 2019 en todo el país; el año saludó a mi familia llevándose a esa vieja querida que era mi mamá y se despidió llevándose también a mi hermano mayor; se produjo la noticia de una explosión en Beirut Líbano[3]. Nos enteramos de que el avispón asesino del Japón llegó a los Estados Unidos y planteó una gran amenaza para las abejas domésticas; un brote de sarampión en América Latina, incendios forestales en Australia, inundaciones en Indonesia. Tampoco faltaron las noticias políticas: Las primeras actuaciones de los alcaldes de Armenia y Calarcá les valieron suspensiones de la Procuraduría; se inauguró el túnel de la línea; nuestro gobernador trabajó con entusiasmo y mucha promoción de sus actuaciones, pero comprometido con las castas políticas que deberíamos rechazar definitivamente; se produjo la derrota de Donald Trump en Estados Unidos y se llevaron a cabo unas sucias elecciones parlamentarias en Venezuela. En deportes, las noticias fueron la muerte de Diego Armando Maradona y la celebración de los 15 años de carrera de Lionel Messi en Barcelona con 627 goles.

Pero el hecho más notorio, sin duda fue la pandemia del coronavirus cuyo primer efecto fue la caída del precio del petróleo que hizo vislumbrar la posibilidad de que se acabe la era del petróleo sin acabarse el petróleo, así como se acabó la edad de piedra sin que se acabaran las piedras. Nos cambió la vida de un momento a otro. Encierro y muchas cosas nuevas. En tecnología, el año comenzó con la Feria CES 2020 en la que Samsung presentó su NEON, un ser humano artificial. Nos volvimos expertos en zoom, en meet, en teams, en reuniones por Whastapp. Las relaciones cambiaron de personales a virtuales, el sentir colectivo se volcó a priorizar la salud y el medio ambiente.

Un año como casi todos, con malas y buenas noticias pero un buen amigo[4] me hizo caer en cuenta de un adicional: El año del número bonito nos obligó a sacar conclusiones que nos implican mirar en mundo en prospectiva e identificar algunos puntos que se pueden analizar con diferentes ojos pero que no se pueden ignorar. Me voy a referir a cuatro:

1.- Las emisiones de CO2 que han acelerado el cambio climático debido al calentamiento global, causadas por el sistema de producción vigente bajaron el 7% debido al paro producido por la pandemia. Solucionarlo del todo pararía la economía; no hacerlo, daría al traste con la vida en el planeta.

2.- La exportación indiscriminada de puestos de trabajo y sectores críticos hacia China. Parar esta tendencia aumentaría los precios de los productos; no pararla es contemporizar con un sistema hipócrita en el que los países de occidente someten la economía en sus territorios a una serie de regulaciones que encarecen la producción pero toleran al mismo tiempo que ese país irrespete los derechos que pretenden proteger tales regulaciones mediante compras y fabricación “made in China”.

3.    3.- El futuro de los milenials, que se ocupan en la “economía itinerante”. Cambiar de un tajo
la perspectiva de la vida de los jóvenes los frustraría sin remedio pero mantenerla, con las altas exigencias de gasto que tienen pero sometidos a bajos salarios, los llevará a la presión de un endeudamiento o a la disminución del cumplimiento en los hábitos de pago.

4.    4.- La revolución del procesamiento de información, robotización, inteligencia artificial, aprendizaje de máquinas, impresión 3D y tecnologías 5G, que son imparables, eliminará muchos de los puestos de trabajo como hoy los concebimos y propiciará la aparición de muchas otras ocupaciones que todavía ni siquiera imaginamos. El balance está todavía por ver.

El 2020 es un número bonito que recordaremos porque nos previno hablándonos a gritos de los graves retos y peligros que acechan al mundo para que concluyamos que nuestro futuro va a depender de una adecuada conducción de la sociedad. Nuestro papel hoy es multiplicar este grito para que la dirigencia se prepare, mire más allá de las narices, tenga en cuenta y maneje con criterio estos temas que atendidos cegatonamente pueden alimentar la desigualdad y el resentimiento social para llevarnos a las aberrantes dictaduras del populismo.



[1] Este calendario del país de donde nuestro Armenia sacó su nombre, tenía un año de 365 días, 5 horas, 49 minutos y 12 segundos.

[2] En los años seculares, los que cierran un siglo que terminan en 00 o sea múltiplos de 100 como 1500, 1900 ó 2000, solo son bisiestos cuando se pueden dividir por 400. Por ejemplo 1800 y 1900 no fueron bisiestos y solo tendremos un cierre de siglo bisiesto en 2400.

[3]  Esta explosión dejó un balance de 160 muertos, 6.000 heridos y 300.000 personas sin hogar

[4] Entre muchos que me han sugerido temas en este sentido están Roberto Tisnés, Jorge Borrero, Reinerio Cuartas, Carlos Moreno, César Augusto Ángel, Carlos Julio Carmona, Darío Serna, Germán Jaramillo, Guillermo Upegui, María del Rocío Baena, Luis Fernando Herrera, José Camero. A ellos y a todos los que me han hecho sugerencias y comentarios les doy mi más cálido agradecimiento.

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