Saturday, February 20, 2021

Nuestro país de excepciones 210219


 Por Luis Fernando Jaramillo Arias

Pachito Alonso me invitó a comer en el restaurante “Las Noreñas” ahí a 20 pasos de la plaza de Bolívar. Estaba muy contento y por eso me hizo el gasto. No me dejó pagar.

¿Por qué tan feliz Pachito? Mire este anuncio de Roberto Jairo en el que advierte a sus amigos que ni se les ocurra pedirle dosis de vacuna de las pocas que llegaron al Quindío. Es una ridiculez la cantidad, apenas 540, pero es un buen ejemplo, expresó.

Pero las de Armenia llegaron al hospital del sur que está completamente en manos de gente de Toto. Con esa manera de robar que se ha metido en este pueblo, no sería nada raro que allá ya estuvieran pensando en el negocio, en vender las vacunas, en ponerle agua a la gente, especialmente a los más despistados y con eso tendríamos una nueva manifestación de corrupción.

No es que crea que Roberto Jairo es pera en dulce, se apuró a decir. Sé que ha nombrado gente de la cuerda de Mario Castaño, que fue quien nos trajo al famoso Jorge Eduardo Rojas Giraldo y a la “redentora” de Dilian Francisca Toro, que Roberto anuncia y anuncia. Pero también sé que tiene una larga vida dedicada al servicio en la fundación Abrazar, desde antes de hacer política. Ojalá pensara que puede romper con esas costumbres politiqueras que nos han perjudicado durante tantos años, remató Pachito.

Los temas con Pachito siempre son variados pero él, a pesar de que no para de conversar, siempre maneja un hilo conductor. Esta vez hablamos de excepciones. Me decía: ¿Cómo le parece? En Armenia la gente cuadra el carro, prende las luces de parqueo, se baja a cualquier cosa, atranca el tráfico y tranquilos. Se estacionan al frente o encima de una P y creen que eso significa que todos los demás tienen “prohibido parquear” pero que ellos “pueden parquear”. Los ciclistas no cumplen normas de tránsito. Cuando una persona espera el bus, se mete en la cola porque piensa que está por encima de los demás. Pero como dice la canción, nadie entiende que somos “los demás de los demás”. ¿Y qué decir de los servicios de salud? Siempre hay el que llama al amigo médico para que priorice la atención, que le de la mejor cama en el hospital, que utilice cualquier medio a su alcance para saltarse los turnos.

Ojalá no veamos, terminó Pachito, vacunados en primera fila al gobernador, al alcalde, a la senadora, a los representantes, a los diputados, a los concejales, a sus parientes. Ojalá que se respeten los turnos para el personal de salud, después que se manejen por edad y que la sociedad piense por primera vez que cada uno no es una excepción.

Buenas ilusiones, Pachito, ojalá veamos esa fantasía.

 

 

 


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