Nuestro país de excepciones 210219
Por Luis Fernando Jaramillo Arias
Pachito Alonso me invitó a comer en el restaurante “Las Noreñas” ahí a 20 pasos de la plaza de Bolívar. Estaba muy contento y por eso me hizo el gasto. No me dejó pagar.
¿Por qué tan feliz Pachito? Mire este anuncio de Roberto
Jairo en el que advierte a sus amigos que ni se les ocurra pedirle dosis de
vacuna de las pocas que llegaron al Quindío. Es una ridiculez la cantidad, apenas
540, pero es un buen ejemplo, expresó.
Pero las de Armenia llegaron al hospital del sur que está
completamente en manos de gente de Toto. Con esa manera de robar que se ha
metido en este pueblo, no sería nada raro que allá ya estuvieran pensando en el
negocio, en vender las vacunas, en ponerle agua a la gente, especialmente a los
más despistados y con eso tendríamos una nueva manifestación de corrupción.
No es que crea que Roberto Jairo es pera en dulce, se apuró
a decir. Sé que ha nombrado gente de la cuerda de Mario Castaño, que fue quien
nos trajo al famoso Jorge Eduardo Rojas Giraldo y a la “redentora” de Dilian
Francisca Toro, que Roberto anuncia y anuncia. Pero también sé que tiene una
larga vida dedicada al servicio en la fundación Abrazar, desde antes de hacer
política. Ojalá pensara que puede romper con esas costumbres politiqueras que
nos han perjudicado durante tantos años, remató Pachito.
Los temas con Pachito siempre son variados pero él, a pesar
de que no para de conversar, siempre maneja un hilo conductor. Esta vez
hablamos de excepciones. Me decía: ¿Cómo le parece? En Armenia la gente cuadra
el carro, prende las luces de parqueo, se baja a cualquier cosa, atranca el
tráfico y tranquilos. Se estacionan al frente o encima de una P y creen que eso
significa que todos los demás tienen “prohibido parquear” pero que ellos “pueden parquear”. Los ciclistas no cumplen normas de tránsito. Cuando una persona
espera el bus, se mete en la cola porque piensa que está por encima de los
demás. Pero como dice la canción, nadie entiende que somos “los demás de los demás”.
¿Y qué decir de los servicios de salud? Siempre hay el que llama al amigo
médico para que priorice la atención, que le de la mejor cama en el hospital,
que utilice cualquier medio a su alcance para saltarse los turnos.
Ojalá no veamos, terminó Pachito, vacunados en primera fila
al gobernador, al alcalde, a la senadora, a los representantes, a los
diputados, a los concejales, a sus parientes. Ojalá que se respeten los turnos
para el personal de salud, después que se manejen por edad y que la sociedad
piense por primera vez que cada uno no es una excepción.
Buenas ilusiones, Pachito, ojalá veamos esa fantasía.
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