Héroes de nuestra tierra. Jorge Torres al rescate del Civismo 220930
Por Luis Fernando Jaramillo Arias
El Parque de los Fundadores cambió mucho desde
que el alcalde Mario Londoño en 2003 decidió que la Sociedad de Mejoras
Públicas dejara de hacer el mantenimiento y el ornato de la ciudad que en
épocas anteriores competía con Bucaramanga por el apelativo de “Ciudad de los
Parques”. Un pequeñísimo botín que no desperdician los mandatarios regionales para
crecer la clientela o conseguir coimas con contratos aunque sean de menor
cuantía.
Jorge Torres Velásquez es un empresario que tiene a Armenia en su corazón aunque su trabajo principal está en Cali como gerente general de Colcadenas, una empresa que ya tiene 60 años de existencia y hasta una condecoración del Congreso de la República. Él es hijo de Jorge Torres Uribe un promotor de progreso de la segunda mitad del siglo pasado que era propietario con su familia del Almacén Torres y Torres, una ferretería de primera calidad que funcionaba en la esquina de la carrera 15 con calle 21 donde hoy está la Torre Colpatria y la atención al público de esa entidad bancaria.
Los 50 y 60 eran tiempos del civismo que ha
venido languideciendo en nuestra región. La Catedral de Armenia, el edificio del
palacio episcopal donde hoy funciona la Universidad La Gran Colombia, el
seminario en las instalaciones y el lote que hoy ocupa la Universidad del
Quindío, muchas obras más se hicieron los convites domingueros de empanadas con
personas voluntarias que a punta de trabajo y de la colecta de centavos
lograban entregar a la comunidad unas obras que los llenaban de orgullo, que
alimentaban su amor por la tierra y que sostenían la llama de lo que en esas
horas se llamaba con orgullo la “Ciudad Milagro de Colombia” con una clase dirigente
que luchaba por convertir la región en departamento a través de una gesta de
independencia regional.
Ya Jorge y Jaime Julián ampliaron su labor
cívica. Acabaron de resucitar el “sancocho esquinero” en el barrio Santander y lograron
con el mismo sistema de involucrar vecinos, pedir a sus amigos, congregar
empresarios y unir voluntades, organizar un convite barrial que sirvió más de
mil sancochos.
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