Por Luis Fernando Jaramillo Arias
En 1992 durante la campaña electoral para definir la
presidencia de los Estados Unidos, el estratega de Bill Clinton puso un cartel
en la sede de campaña que tenía tres puntos: 1.- Cambio vs. más de lo mismo;
2.- No olvidar el sistema de salud; 3.- La economía, estúpido. Nada más
parecido a lo que nos está pasando por estos tiempos en Colombia.
En el ambiente empresarial existe una especial zozobra
porque hay gran cantidad de noticias sobre invasiones de tierras en el campo.
Lo primero que debo decir es que las invasiones no son algo nuevo en el país ni
se limitan a las zonas rurales.
Muchos de los barrios construidos en las ciudades son
producto de invasiones y expertos en urbanismo como Enrique Peñalosa hablan de
cómo manejar este problema y de cuáles pueden ser sus causas. En Armenia el
arquitecto Andrés Almonacid con su caja de ideas le ha seguido el paso a la
manera como ha crecido la ciudad y anota que una muy buena parte ha sido a través
de invasiones que después se legalizan. Permanentemente vemos terrenos del
municipio, zonas de reserva o se pueden ver construcciones en casi todas las 52
cañadas que tiene la ciudad. Hasta en barrios de invasión los habitantes tienen
que cuidar sus predios porque al menor descuido se los invaden y no los pueden
recuperar sino a riesgo de sus vidas.
No nos podemos llamar a engaño con ese decir que la nación
tiene una deuda ancestral, que tenemos que dividirla entre indígenas, afrocolombianos,
mujeres y muchas clasificaciones cuyo único fin es fraccionar y debilitar la
fuerza de ser todos colombianos con ideales, sueños y futuro por construir. Los
verdaderos problemas son, la fatiga nocturna cuando se va a la cama sin comer,
el frío de la noche, la falta de seguridad, la incertidumbre de no conseguir
con qué llevar un pan para la familia.
Es la economía estúpido, es la economía. .
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