Monday, July 04, 2022

Semana de olores fétidos y agridulces 220702


Por Luis Fernando Jaramillo Arias

La semana que terminó trajo sorpresas sin fin. Las redes sociales encendidas con imágenes de abrazos inesperados, visitas imposibles, declaraciones inusitadas, expectativas con incertidumbre, elogios desconcertantes.

El primer olor que se percibió fue el de nuestro fétido sistema político. Un partido liberal que más pareció una pelota loca saltarina, de esas que tienen un rebote inesperado pero rápido. El Partido de la U que de manera unánime en la primera vuelta respaldó la candidatura de Fico Gutiérrez, después de la segunda anunció que la bancada electa de congresistas será parte de la coalición parlamentaria del gobierno de Gustavo Petro. Carlos Andrés Trujillo, el nuevo presidente del Partido Conservador ya anunció su respaldo al presidente electo. El PL, el P de la U, el PC, deberían cambiar su nombre al genérico PR, partidos que renuncian a ser alternativas de poder. Parece que el gobierno logrará una mayoría en el congreso con acuerdos de mermelada como sentenció Andrés Pastrana y “versiones programáticas” como define César Gaviria a su acuerdo en el que se dice que le puso condiciones de no convocar una Asamblea Constituyente, no promover la reelección y respetar la propiedad privada. Pero ninguna de esas cosas es decisión del ejecutivo. Todas son del resorte del poder legislativo.

La diferencia enorme de los balances de apoyo al gobierno en el congreso con el resultado de la votación en segunda vuelta en el que hubo apenas tres puntos porcentuales entre uno y otro candidato definen una vez más que el sistema político colombiano es un nido podrido que hiede y más parece una deformación de un sistema parlamentario de alianzas que un sistema presidencial de gobierno-oposición con pesos y contrapesos. Es evidente la cooptación del ejecutivo hacia el legislativo y así ha sido desde hace muchísimos años. Se demuestra nuevamente que nuestros partidos son talonarios de avales y que no les interesa el país.

El segundo tufo es mi desconcierto con las actitudes del presidente electo. Petro hizo una campaña de “todo vale”, sin duda sobrepasando el límite de tiempo permitido, aparentemente con un monto infinito de recursos y con un agresivo discurso contra la economía, el sistema de salud, las pensiones, las relaciones internacionales, la situación de la agricultura, la minería, la fuerza pública. Ya como presidente electo lo veo moderado, lo encuentro conciliador, anuncia que va a promover el capitalismo, reacciona con cautela a los ataques, nombra ministros con ideas sociales pero no extremas. Ese contraste tan marcado entre lo expresado en campaña y lo que se ha proyectado después de ella deja un olor agridulce entre quienes somos celosos defensores de la libertad y la democracia con separación de poderes.

Una caja de sorpresas, tanto que se dice que hasta le ofreció excusas a Rodolfo por las ofensas que le hizo en la campaña y le dio un abrazo. Mantengamos la guardia para garantizar que no fue un abrazo de Judas. Recordemos que Petro tiene amigos expertos en gambetas y traiciones.

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