El desacierto de hacerle la tarea al otro 220226
Por Luis Fernando Jaramillo Arias
El pintor Salvador Dalí solía decir: “Que hablen bien o mal,
lo importante es que hablen de mí aunque confieso que me gusta que hablen mal
porque eso significa que las cosas van muy bien”.
Esta frase se puede aplicar a la campaña que muchos
colombianos están haciendo al promotor del odio, al perseguidor del poder a las
malas, al que dispone de misteriosos fondos ilimitados, al que con fotos en colores pastel en una pose de mirada al cielo está
liderando las encuestas de opinión gracias a que entre más imbecilidades dice,
más reenvíos hay de la necedad que dijo.
En mercadeo, la primera cosa que debe hacerse es dar a
conocer el producto y luego convencer para que se consuma con la ventaja que,
aún sin estar convencido si ha oído hablar del producto, el consumidor ensaya.
El papel de los opinadores del click ha servido mucho para
que este nefasto personaje aparezca en los titulares, reciba el campeonato del
mayor número de búsquedas y se posicione en la mente de las personas propensas
a tragar entero. Todo eso debe tener felices a los estrategas de la campaña que
nos quiere arrastrar a la Bogotá de las volquetas podridas, de las
arbitrariedades, de las basuras en la calle, de las peleas con sus propios
partidarios.
La tarea consiste en darnos cuenta de que estamos siendo
sometidos a un cambio gradual en el comportamiento de nuestra gente, en las
percepciones, en los valores, a través de una paciente labor de desinformación
y de la manipulación mental. Por eso no basta con solo “desenmascarar la P” pues
la mejor defensa es el ataque con propuestas, comunicación efectiva y mucho
activismo.
Quisiera ver posiciones constructivas sobre el desempleo, sobre
la pobreza, sobre la impunidad, sobre el papel de los jueces y de la fiscalía,
sobre cómo puede la procuraduría exigir que los alcaldes y gobernadores actúen
conforme a la ley, sobre la informalidad que está acabando con la formalidad en
el país, sobre la ilegalidad que está arrasandocgggb con la legalidad. Quiero planteamientos
y no enunciados vacíos sobre salud, educación, subsidios, pensiones, seguridad jurídica,
reforma política, legislación laboral.
Invitemos a nuestros trabajadores a votar para conservar el
trabajo, a que se den cuenta que la empresa privada es la que genera empleo de
calidad, donde la exigencia es el esfuerzo y no la fidelidad a un proveedor de
dádivas.
No podemos seguir haciéndole la tarea al incompetente, al
mal intencionado, al practicante de castigos escatológicos a sus secuestrados.
Si seguimos en la onda de hablar mal y de replicar las estupideces
que le oímos, nos va a pasar lo que un viejo antioqueño le decía al novio de su
hija: “Vos no cometés ni un solo acierto”
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