A Colombia la quieren cambiar con violencia no con democracia 220211
Por Luis Fernando Jaramillo Arias
A los colombianos no nos pasa la del perro… Se repite el
guion, nos manosean y volvemos a caer. Desde tiempos lejanos no ha habido
presidente que no se haya empeñado en hacer tratados de paz con guerrilla o
paramilitares cuyo objetivo principal es lograr el poder combinando las denominadas
formas de lucha: Trabajo político para penetración institucional, armas en
mano y uso del terrorismo. El narcotráfico, los impuestos ilegales, el secuestro y la extorsión han sido sus
fuentes de financiación. Tenemos empeñada la palabra del estado en un acuerdo de paz con las FARC que
tiene el mismo libreto pero más sofisticado porque hasta lograron curules en el
congreso e impunidad total. La justicia, la educación pública y buena parte de
la salud cooptadas. En años pasados hubo acuerdos con el EPL, el Quintín Lame, los
paramilitares, el M19. Cambian los nombres pero la estrategia es la misma. A
Colombia la quieren cambiar con la violencia y para muestra miren la denominada
“Primera Línea”.
Y vuelve a empezar el carrusel con puntos muy concretos:
Territorios copados por bandidos de toda laya cuyo único fin es imponer su
imperio a punta de terrorismo. Y la pregunta inane que siempre nos hacemos es:
¿Quién fue? Que grupos residuales de las FARC, que el ELN, que los del clan del
golfo, hasta sigla les tienen ya. Les dicen GAO, grupo armado organizado para
oficializar su existencia y distinguirlos no se de quién. Todos son bandidos,
asesinos sin escrúpulos, delincuencia monda y lironda.
Echemos una mirada al Catatumbo, una región fértil, petrolera, vecina de Venezuela que debería ser un emporio de riqueza porque, precisamente por sus cualidades, ha sido presa de todos los males de esta Colombia del absurdo. Y allí empresarios, verdaderos testarudos de hacer patria como la familia Murgas que, contra todo cálculo de riesgos, insiste en hacer agricultura legal inclusiva con campesinos cuyo único capital son sus manos y la disposición de buscar un futuro mejor dentro de la ley, no como raspachines, contrabandistas o como obreros de minería ilegal.
Contra esos empresarios, contra sus obreros, contra la gente
honrada que trabaja con ellos o gracias a ellos y contra una fuerza pública
atada de manos, falta de recursos y perseguida por una justicia injusta,
dirigen su sevicia los facinerosos. Basta ver las fotografías de los artefactos
diabólicos que le armaron a una volqueta en Campo Dos en Tibú para establecer
la dimensión de esa infamia. Con la tolerancia o la impotencia del Estado desarrollan
unas máquinas de muerte construidas con planificación, plata y una
infraestructura en talleres con cierta complejidad.
El ministro de defensa acude con amabilidad y prontitud,
pero desactivar la bomba de Campo Dos se demoró cinco días. Y estalla otra
bomba en Granada, Meta; vuelan un puente en Pailitas, Cesar y dejan maltrecha la doble calzada. El presidente anuncia contundentes acciones contra la
delincuencia pero en muchas partes del país mandan los bandidos. Pareciera que
solo nos quedara decir; ¿Y ahora quién podrá defendernos? Solo falta que
aparezca el Chapulín Colorado.
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