Carlos Mario Álvarez Morales, la cara humana de una frustración 220121
Por Luis Fernando Jaramillo Arias
Armenia y el Quindío celebraron el 1 de enero de 2016 el advenimiento al poder local de una dupla que consiguió votaciones históricas y creó una expectativa hasta ahora no registrada. En la gobernación se posesionó Carlos Eduardo Osorio Buriticá en la alcaldía Carlos Mario Álvarez Morales.
“Filosofín” ridiculizado grotescamente por el actual alcalde José Manuel Ríos era una verdadera promesa. Con una carrera limpia, licenciado en Educación Física y Filósofo de la Universidad del Quindío, Carlos Mario parecía ser el candidato perfecto para desterrar las malas mañas y los delitos continuados que se ven por los lares de la alcaldía de Armenia desde hace varias décadas.
Y al comienzo de su gestión parecía que estaba dispuesto a hacer la tarea. Según el periodista Ernesto Acero Martínez en su emotivo escrito “Un alcalde diferente”, Álvarez ejerció con desvelo y liderazgo y se preocupó muchísimo por salvaguardar el verde y la biodiversidad del territorio municipal y hasta tuvo enfrentamientos serios desde diciembre de 2017 a partir de la derogatoria del decreto 064 de 2013 que regulaba el aprovechamiento urbanístico adicional en Armenia en alturas y disminución de espacios cedidos a partir de pagos adicionales por parte de los constructores, un tributo con muy mal comportamiento de pago.
Hasta aquí la historia lucida. El 30 de abril de 2018 Carlos Mario fue capturado en el peaje de Barbas acusado de corrupción por irregularidades en las obras de valorización de Armenia, y renunció a su posición en la alcaldía el 28 de junio del mismo año. Aunque en enero de 2021 la Procuraduría General de la Nación revocó la decisión de destituirlo e inhabilitarlo para ejercer cargos públicos por 20 años, la triste situación en la que se metió Álvarez trae enseñanzas.
“La ambición rompe el saco” decían las abuelas y es presumible que el candidato de 2015, hombre sin recursos para acometer una campaña, hubiera aceptado recibir dinero en préstamo de los campeones de la corrupción, la escuela de empresarios de las elecciones la casa carrielista, el clan de bandidos que ha gobernado Armenia durante décadas, su MIL y los alcahuetes del partido liberal en la región, para conseguir el trofeo de ser Alcalde para el servicio de su ciudad. Y también se puede inferir que presionado por la existencia de una prueba que no lo comprometía en el robo pero sí en la celebración de un pacto con el diablo, el alcalde de 2016 hubiera ido más allá del primer pecado para autorizar desembolsos a Fernando Diez Cardona y no se sabe cuántas otras cosas para cumplir no solo los compromisos de campaña sino para evitar lo inevitable. La publicación del video que lo incriminó.
Carlos Mario Álvarez, un hombre bueno, digno, murió el pasado 17 de enero, rodeado de amigos sinceros y de varias damas que lloraron “lágrimas de cocodrilo”. Ojalá que no nos siga sucediendo que como “El diablo es puerco”, los aspirantes a cargos públicos sigan haciendo este tipo de pactos para mantener en el ejercicio de los cargos la misma politiquería, el mismo uso abusivo de los recursos públicos, la misma complacencia con el bandidaje dizque porque la política "toda la vida se ha hecho así".
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