Desaparecidos ¡Se buscan! 221008
La última vez que se habló de ellos fue porque tuvieron un
fuerte catarro que los puso a temblar por allá en 1999. La hermana mayor,
Armenia se apellidaba Caldas; se divorció de su marido en 1966 y adoptó como apellido
el nombre de su hermano menor que nació en ese mismo 66 con augurios de rico,
joven y poderoso. A ese nuevo nacido, sus papás lo bautizaron con el nombre de
un tatarabuelo perdido en la memoria, solo recordado por dos botánicos europeos
que clasificaron una espigada palma que encontraron en un solar vecino con el
estrambótico nombre de Ceroxylon Quindiuense en recuerdo de ese tatarabuelo.
Más de tres décadas de docilidad doblegada en las alhacenas
de las casas de los hermanos Quindío y Armenia han permitido la reproducción de
ratones que no se sacian y que se tragan todo teniendo el cuidado de dejar unos
mendrugos para avasallar a muchos de los hijos de los dos hermanos, que ahora
se contentan con contraticos de tres meses, con dádivas miserables, con un
precio por un voto, con un colchón, con una teja, con un bulto de cemento.
La prima morena y algunos de los hijos tanto de la hermana
de nuestro relato como de la vestida de Maní se inventaron un nombre nuevo para
disimular su apellido anterior. Ahora se denominan Eje Cafetero y la morena,
más rápida y avispada se apropió del mote “capital del eje”
Hace días que ya no se les ve. Muchas instituciones han
desplazado sus centros de operaciones hacia la nueva capital; los visitantes
ilustres chulean sus visitas a los hermanos con el comentario “fuimos al eje” y
hasta en los llamados diálogos vinculantes del actual gobierno las sesiones se
van a adelantar en las casas de las dos primas cercanas.
Una larga fila de tahures, chanceros mafiosos, ladrones y
ratones negociantes de votos han desaparecido los hermanos Quindío y Armenia de
la visibilidad nacional. ¿Qué tendremos que hacer para que vuelvan a aparecer
los dos hermanos perdidos?
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