Túnel de la Línea para atravesar Los Andes de Quindío 200822
Por Luis Fernando Jaramillo Arias
La expectativa de la apertura del túnel de la Línea para el
próximo mes de septiembre nos ha llevado a poner los ojos en el accidente
geográfico que constituye la cordillera que hoy se denomina central, que en
gran medida ha determinado lo que somos y muchas de las experiencias que hemos
vivido durante la vida.
La constitución geológica y la riqueza de suelos de nuestro Quindío
se originó en el volcán Machín; en la prehistoria, los primeros pobladores de
nuestra tierra, los Quindos, establecieron la vía para atravesar la cordillera;
Humboldt y Bonpland, los grandes exploradores, clasificaron aquí en 1804 la Ceroxylon
Quindiuense, nuestra Palma de Cera, el árbol nacional; Bolívar pernoctó en
Boquía, según se dice el 5 de enero de 1830; el túnel del ferrocarril para atravesarla
se comenzó a construir en los años 20 y nunca se terminó.
El progreso de Armenia tuvo mucho que ver con la existencia
de la Cordillera. Por los años 30 se construyó la Estación del Ferrocarril, una
especie de puerto seco para hacer transbordo de mercancías del tren a camiones
alemanes de marca Saurer con el fin de atravesar la cordillera. Para esa época fuimos
“La ciudad Milagro de Colombia” y hasta tuvimos “la cueva del humo” en la
ciudad.
Quienes vivimos parte de la segunda mitad del siglo XX tuvimos
muchas experiencias relacionadas con lo que llamamos La Línea. Los premios de
montaña en las vueltas a Colombia en bicicleta; la vista de la región cuando
bajábamos por la carretera en horas de la noche en una “flota” después de un
largo viaje desde Bogotá y al llegar a los transmisores de la Voz del Comercio nos
emocionábamos al ver las luces de Armenia, Calarcá, Montenegro, Circasia,
Filandia, Quimbaya y hasta Pereira. Muchas noches entre derrumbes; atrancones
en la vía; tractomulas atravesadas.
Hoy vemos la cordillera como fábrica de agua, como paisaje cultural
cafetero, como tantas cosas. La cordillera, siempre la cordillera. Contamos con
quindianos ilustres como Jaime Lopera, como Jorge Humberto Guevara y muchos
otros que le dan la importancia que tiene y nos han hecho caer en cuenta de lo
que ella ha influido en nosotros.
Propongo que acompañemos a Alberto Gómez Mejía el Quijote del
Jardín Botánico del Quindío que ha venido haciendo una campaña para que el túnel
se llame simplemente Túnel de la Línea tal como se le denomina desde
hace más de 100 años y que la gran cordillera se denomine a partir de ahora,
como en tiempos pretéritos, Andes de Quindío para volver a su nombre
vernáculo y hacer honor a los aborígenes y al camino real que transitaron
Humboldt y Bolívar. Oí una intervención del Presidente Iván Duque donde
expresaba que le iban a poner al túnel el nombre de Darío Echandía. Queremos el
Túnel de la Línea para atravesar Los Andes de Quindío, ser
prácticos y no caer en el error en que de manera recurrente el país ha caído: Al
túnel para llegar al llano le pusieron Misael Pastrana Borrero y todo el mundo
lo conoce como el túnel de Buenavista; el de Boquerón lo denominaron Argelino
Durán Quintero y nadie sabe que ese es el nombre oficial; al viaducto de
Pereira dizque lo bautizaron César Gaviria; al aeropuerto El Dorado le
cambiaron el nombre por Luis Carlos Galán y volvieron atrás. ¿Para qué vamos a
dejar desde El Quindío que se cometa el mismo error? ¿Por qué no se nos tiene
en cuenta ni siquiera para eso?