Saturday, August 28, 2021

¿Qué está haciendo usted por Armenia? 210830

 Por Luis Fernando Jaramillo Arias

Con esta sencilla pero punzante frase me disparó esta semana Cesáreo Herrera Castro, un hombre agudo, persistente, periodista honrado y franco en su decir. Su pregunta me acordó de la que pronunció John F. Kennedy el 20 de enero de 1961 al posesionarse en la presidencia de los Estados Unidos: “No pienses qué puede hacer tu país por ti; piensa qué puedes hacer tú por tú país”.

Preguntarse qué se está haciendo por la sociedad donde se vive o se nació es un ejercicio que debemos hacer de tanto en tanto para promover “un proyecto sugestivo de vida en común”[1] que se puede aplicar también a cualquiera de los componentes de la sociedad iniciando por el núcleo básico que constituye la familia hasta llegar a lo que se denomina “nación”.

Mi contribución tiene como marco de referencia sostener que el mercado libre con fines de lucro es un sistema mejor que el socialismo que supuestamente se basa en el altruismo, pero genera egoísmo y corrupción por la hipertrofia estatal; como el Estado no produce riqueza se debe organizar para asegurar el cumplimiento de la ley, limitar los abusos y proteger las libertades entre ellas la de producir.

Considero que lo justo es que a más esfuerzo más remuneración y mayor reconocimiento. Creo en la juventud que lucha por sí misma y progresa en libertad sin que critique que los padres apoyen a sus hijos con los recursos de los que puedan disponer. Les dimos a los nuestros raíces y alas, las primeras para que sintieran la patria, la familia, las tradiciones, la literatura, los motivos para sentirse orgullosos; las segundas para que volaran por sí mismos lo más alto posible.

Pienso que la principal obligación del gobierno es generar equidad a través de dos cosas: La primera, garantizar una educación al alcance de todos, de la mejor calidad con el fin de igualar el partidor y permitir que los más trabajadores y talentosos produzcan, en lucha de juego limpio, una desigualdad a su favor. La segunda asegurar un servicio digno de salud para toda la población.

Cumplo mis deberes antes de reclamar mis derechos porque estoy consciente de que “de donde se saca y no se echa se acaba la cosecha”.

Se decir gracias, busco tener buenas relaciones con las personas, practico mis deberes cívicos, promuevo la Justicia, respeto a los otros, oigo con atención al que me quiera decir algo y me alegro por los triunfos de los demás.

Me encanta servir, disfruto el trabajo duro, mi familia, mis amigos, la naturaleza, la música, el justo medio y las buenas intenciones. Es mi estrategia para ser feliz y al tiempo cumplir mis deberes con la comunidad.

Como no soy ciego, veo que la historia ha comprobado que las sociedades que están organizadas en verdadera democracia con separación de poderes, donde la libertad se respeta, son las que ofrecen mejores niveles de vida para sus ciudadanos y observo las multitudes de migrantes que buscan refugiarse en esos países abandonando los de ideas colectivistas que cercenan las libertades.

Esta es mi respuesta mi querido Cesáreo: En ese marco, propongo cosas por Armenia, convoco, agito ideas, me comporto consistentemente y actúo en mi condición de persona del común para buscar,
como lo hacen muchos de ustedes los periodistas y otros formadores de opinión, ese proyecto colectivo de vida y procuro hacerlo sugestivo en la comunicación, sin escándalo.

Le sugiero que promueva esta reflexión con mucha frecuencia y en todas sus audiencias.


[1] La frase original que define nación como “un proyecto sugestivo de vida en común” es de José Ortega y Gasset

Sunday, August 01, 2021

Café y trabajo 210731

Por Luis Fernando Jaramillo Arias

El lugar, Circasia, en la Cafetería de Arcadio en una esquina de la plaza principal.

Don Facundo, un caficultor de la región, con una sonrisa de oreja a oreja exclamó: El lunes alcancé a vender 50@[1] a $190.550. Imagínense, casi diez millones de pesos en una venta. Hace dos o tres años para poder recoger esos mismos diez millones necesitaba vender 100@ y a veces más.

El problema es que la mano de obra está escasa y la mayoría de los que van a la finca a coger el café son hombres mayores y muchas veces mujeres que tienen que aparecer con sus hijitos porque no tienen dónde dejarlos. Y se ha puesto cara la recolección, como mínimo a $600 pesos kilo de café en cereza[2].

Lucho preguntó; ¿Y cuánto le sobra para usted? Facundo le contestó: La recolección cuesta 36 mil y con las demás labores el costo ya se acerca a $90 mil por arroba. Ahora el café nos deja una buena utilidad para atender las deudas y ponernos al día en tantas cosas en las que nos atrasamos en más de 15 años de malos precios. 

Le cuento don Facundo que mi esposa fue una de las que le ayudó en la recolección, en el lote de la Divisa, ese faldudo en el que hay que llevar al hombro la carga hasta el beneficiadero donde la pesan, a unos trescientos metros de distancia. A ella le pesaron 64 kilos y sacó $38 mil de jornal. Usted muy cumplido le pagó el sábado. ¿Una venezolana bajita con una niña? Sí, dijo Lucho, prefiero que coja café a que pida plata en un semáforo exhibiendo la niña para conmover la gente. ¿Ella tiene permiso? No necesita, también es colombiana. Los papás, de Santander, se fueron a Venezuela en los 90 y ella nació allá. ¡Yo la puedo asegurar, Lucho! ¿Por qué no le dice? Ni riesgo, don Facundo, pierde el Sisbén.

Pachito dijo: Ahora hay poco café porque solo hay graneos[3]. A la esposa de Lucho le pagaron un jornal mínimo y unos pesos más, pero en la mayoría de las fincas cafeteras no se aporta a la seguridad social de la gente que hace las labores. Don Facundo quiere formalizar la relación pero no puede porque el sistema está hecho para que la gente lo viole.

Diógenes explicó. Ahora hay manera de cumplir la obligación de aportar sin que las personas pierdan el Sisbén y sin tanto trámite. Es el piso de seguridad Social[4]. Usted afilia en Colpensiones, aporta el 15% de lo pagado y la persona tiene una cobertura muy apropiada en estos casos de oficios temporales.

Facundo lo miró sorprendido. ¡Qué buena noticia! Lucho, dígale a Yeni que la próxima semana la espero en El Porvenir y que la voy a asegurar con el piso mínimo. Voy a hablar con mis colegas cafeteros para que entiendan que hoy podemos ofrecer a nuestros trabajadores por lo menos un poco de lo bien que nos está yendo, asegurándolos con esa fórmula. Terminó diciendo, formalizar el trabajo es un deber de todos los empresarios y brindó con la taza de café.



[1] Para las nuevas generaciones citadinas, el signo @ se ha utilizado siempre para las “arrobas”, medida de peso equivalente a 12,5 kg. En el caso del café son de pergamino seco.

[2] El café en cereza se recolecta del árbol y después de quitarle la cáscara o “pelarlo” y secarlo, se entrega en lo que se denomina “pergamino”.

[3] Un “graneo” es una cantidad pequeña de granos para recolectar

[4] El decreto 1174 del 27 agosto de 2020, reglamenta la contratación formal de personas que ganen menos de un salario mínimo mensual. Los empleadores inscribirán el trabajador a Colpensiones y pagarán un 15% de aportes a la seguridad social. El beneficiario se incorporará en el programa BEPS, beneficios económicos periódicos, la salud del régimen subsidiado y un seguro inclusivo administrado por Colpensiones. El salario mínimo mensual para 2021 es de $908.526 y se estima el salario mínimo diario en $30.285 para la jornada de 8 horas, esto es $3.785 pesos por hora. El costo que incluye los aportes a la seguridad social pone esta cifra en $4.400 por hora.