Incendiemos el País 210612
Por Luis Fernando Jaramillo Arias
Agreguémosle llamas a tres palabras que he extrañado mucho
en los últimos días. En los protestantes, las palabras “deberes” y “esfuerzo”;
entre los que hemos sufrido los rigores del paro, prendámosle el fuego de la
iniciativa a la palabra “propuestas”.
Al mismo tiempo, apaguemos el fuego del desempleo, la llama
quemante de la protesta violenta con instituciones firmes y funcionales. Apagar
en el fogón la hornilla del ¿Qué van a hacer los otros? y encender la del ¿Qué
vamos a hacer nosotros? La del “vale la pena denunciar” para que las
instituciones funcionen, y que los empresarios, que sabemos bien cómo poner a
funcionar las cosas, las pongamos a cocinar con los ingredientes de la planeación,
de la ejecución, del control. Apliquemos lo que sabemos hacer y pongámonos en
la tarea de poner a funcionar ese horno oxidado que es la justicia.
La receta es sencilla: Documentar el atropello, denunciar y
controlar los procesos para que los cocine la autoridad correspondiente. Si se
les quedan crudos, volvamos a denunciar y de nuevo a controlar vigilantes que la
cocción avance. Una persona que obstruye una vía o que tira una piedra en
contra de otro está echándole veneno a la buena sazón de la convivencia; Un
alcalde que no ejerce autoridad para controlar el orden público es un funcionario
que se salió de la cocina y botó a la basura los ingredientes de la
constitución que juró cumplir. Todos esos están faltando al deber de prender el
fuego de la esperanza y el progreso. Por eso los que tenemos que denunciar.
Armenia es un ejemplo claro. Alcaldes ladrones que entran
pobres a la alcaldía y salen ricos; personajes multimillonarios cuyo único
oficio conocido es financiar campañas políticas y promover la corrupción;
funcionarios que se repiten delinquiendo de administración en administración
sin que tengan sanción alguna. Los ciudadanos no hemos exigido que las
instituciones funcionen y estamos dejando quemar nuestro futuro con fuego
malsano.
Quiero invitar a los empresarios a prenderle fuego a la
acción, a la lucha valiente contra la corrupción, a quejarnos pero no solamente
haciendo que nuestras empresas funcionen sino exigiendo que el municipio, el
departamento, la justicia, el país funcionen.
Y prendámosle fuego a hacer política, a participar en lo
público, a fomentar la educación de calidad, a apoyar a los líderes que con
vocación sana quieren poner sobre la mesa ese plato lleno de principios,
libertad y progreso que tanto necesitamos para que nuestras empresas marchen
bien.
Si no incendiamos al país con este fuego, no tendremos
empresas.