Tuesday, January 14, 2025

Diálogo Ecotopía2. Un llamado que grita sin alzar la voz


 Los amigos se reunieron para celebrar el año nuevo 2025. Después de los saludos alegres, Pachito comentó. ¿Vieron esa columna que escribió LFJ haciendo unas propuestas muy extrañas con un terminacho rarísimo, Ecotopía? No entiendo qué significa eso, replicó Lucho Chinchilla. 

Diógenes comentó:  El término no fue inventado por el columnista. Fue acuñado por el periodista estadounidense Ernest Callenbach cuando publicó su libro del mismo nombre por allá en los años 70 del siglo pasado. Lo utilizó porque le pareció muy apropiado para trabajar en el sueño del futuro Quindío que hoy navega como un barco a la deriva especialmente en el campo político porque se dejó arrebatar el espacio electoral por un grupúsculo de profesionales de la tahureza y de la financiación de elecciones que han convertido los edificios públicos de los pueblos y ciudades en unos nidos de ratas que tienen que soportar unos quindianos que trabajan esclavizados por contraticos. Ese llamado es una gran oportunidad para revisar cómo podemos replantear nuestra relación con el planeta y entre nosotros mismos cuando lo definió como paz entre los humanos, paz con la naturaleza. ¡Deje de decir bobadas! replicó el gordo Robamundo Sinasco. Ustedes son unos cobardes que no son capaces de meterle unos pesos a una elección para subir un amigo y recuperar una buena plata. Ese es el negocio de la política. 


El ambiente se puso tenso y Yamile pidió que cambiaran de tema para aprovechar el concepto de llamado que propuso Diógenes preguntando; ¿Han visto el libro de Marco Horacio García, Muros confidentesque venden en la librería Libélula en Armenia en el que nos invita unirnos a la causa de recuperar al menos cinco de los muchos murales que constituyen el patrimonio pictórico de la ciudad? Tenemos que parar las orejas para oír lo que personas como Marco Horacio gritan sin elevar la voz diciéndonos: Conocer, apreciar y cuidar esas pinturas, obras de meritorios artistas que nos regalan su arte con solo mirarlos al pasar al lado de ellas por las calles, que se están deteriorando a pasos gigantescos, nos van a ayudar a recuperar y a entender con orgullo de dónde venimos.


¡Hablaste con sabiduría, Yamile, dijo Pachito! Con esa idea podemos arrancar el año 25 pensando que nos podremos sacudir de nuestros males, soñar para dónde vamos y construir así la Ecotopía que se está proponiendo.

Sunday, January 05, 2025

Construir la ECOTOPÍA en el Quindío

 



Buscaremos ositos en Siberia

Rutas de manzanilla al sur de España

La sombra adolescente de Platero

La capa de Unamuno en Salamanca

La fatiga inmortal de Rocinante

El dardo del Amor clavado en Ávila

La morena ascendencia del Cachorro

Y el llanto de Boabdil sobre Granada

Fragmento de Cuento de mar de Jorge Robledo Ortíz


Tengo raza de buscador, no sé si por mi ascendencia de arrieros caminantes, por la de mineros buscadores de oro siempre frustrados, por la estirpe de descuajadores de selva, cateadores de guacas y sembradores de maíz en tierras prometidas o por las trazas de sangre india que tengo como resultado de los mestizajes que se dieron entre los conquistadores españoles y las bellas mozas con que se cruzaron.


Y sigo buscando. En el siglo XXI, soy viajero explorador del mundo, observador de organizaciones sociales y siempre busco un sitio donde el convivir con el planeta sea en equilibrio, con habitantes que quieran vivir cosechando sin destruir y con ánimo regenerativo, sin el extremismo dogmático de no intervenir o no trabajar la tierra, llevando la naturaleza a la categoría de deidad. Vivo convencido de que Colombia tiene que descubrir caminos para mantener su progreso, al tiempo que impulsa todos los esfuerzos de proteger sus recursos naturales y su biodiversidad.


Mi Ecotopía la concibo como Paz entre los humanos, paz con la naturaleza. Ese sueño se me ha contagiado de seres a quienes conozco y admiro por la claridad de sus conceptos. Alberto Gómez en su jardín Botánico, un cartujo dedicado a predicar por la Biodiversidad; Eunice Restrepo y Argelia Palacio en mi Armenia del siglo pasado; Hernán Sierra con su interés por nuestras Heliconias; Ximena Londoño, una científica enamorada de la más grande de la gramíneas; Juliana Acosta cuya consistencia en vida me asombra; el grupo que hoy intenta recuperar el parque de los Fundadores de Armenia; Martha Fajardo una mensajera de las soluciones basadas en la naturaleza; Luz María Valencia con su concepción estética de la vida, en la que no puede faltar una flor.


Tomás Moro soñó un mundo social de igualdad feliz puesto en una isla maravillosa llamada Utopía regida por el rey Utopo. Nosotros podemos soñar nuestra Utopía denominándola Ecotopía, en nuestro Quindío y por extensión en nuestra Colombia, con equilibrio social y económico, con libertades, con oportunidades para todos, justicia para todos y con un pensar en el que la Verdad sea el faro.


Hay un ejército de personas, cada una con su propia la visión de Ecotopía. Yo invito a que entre todos redondeemos la idea y la comencemos a construir en este paraíso del Quindío sostenida por la fe de los que creemos que el mundo se puede hacer mejor, con equilibrio sostenible en todos los sentidos y con justicia para todos.