Una decisión difícil en favor de Armenia.
El 28 de
agosto me dirigí a algunos de los candidatos a la alcaldía de Armenia pidiéndoles
que se juntaran para hacer el esfuerzo de erradicar la estructura política y de
patrocinio diabólico que desde hace décadas se enquistó en el gobierno local.
Recibí cuatro respuestas de las cuales solo una aceptaba someterse a un
mecanismo de consulta en aras de lograr una unión ciudadana que pudiera
conseguir un gran triunfo redentor de nuestra comarca.
Por
experiencia propia puedo decir que un triunfo electoral se puede conseguir con una
campaña austera, organizada y juiciosa con dos elementos estructurantes:
1. Desde el punto de vista personal, idoneidad
para manejar la ciudad y pasión por sacar adelante el triunfo.
2. Como instrumento de apoyo, una calculadora
para hacer cuentas realistas: 1.- La de la financiación sana que permita
cubrir los costos de la campaña, teniendo en cuenta la reposición por la
votación obtenida y 2.- Los votos que se puedan conseguir en un ambiente
como el nuestro.
Estoy
convencido que varios de los candidatos tienen idoneidad y pasión. Por eso mi
decisión fue difícil, pero la tomé porque ninguno usó calculadora. Personas
como las receptoras de mi nota, piensan que los recursos van a llegar porque
“la ola de opinión” va a ser muy grande. Algunos se lanzaron sin compromisos pero
con el riesgo de que cuando la inercia no les permita detenerse, puedan caer en
las garras de esos financiadores de campañas, más bien saqueadores de lo
público, que siempre están listos a aprovecharse. Ya vimos que el que parecía
ser un fenómeno electoral en 2015, Carlos Mario Álvarez, cayó en las garras de
Luz Piedad Valencia, le vendió el alma al diablo y pagó con su vida. Tampoco me
siento cómodo cuando alguien me cuenta que va a financiar la campaña “con
recursos propios”; se necesita mucha generosidad para hacer una inversión tan
alta sin esperar un rédito.
El otro uso
de la calculadora es estimar la votación con mentalidad realista. Catorce
candidatos a la alcaldía con una obstinación que garantiza la división de la
opinión; un apoyo declarado de once movimientos políticos con un estimado
de por lo menos ciento ochenta de los candidatos inscritos al concejo;
el Centro Democrático desbaratado; la izquierda debilitada; unos partidos
avalistas recién resucitados sin organización que respalde un caudal electoral.
Como mis invitados no quisieron hacer la unión, se avecina un triunfo casi
seguro para el señor Padilla y sus patrocinadores que actúan sin vergüenza
alguna.
Nos queda a
los Armenios una esperanza para no entregar en bandeja esta elección sirviendo
de idiotas útiles. Conseguir que se deslegitime ese casi seguro ganador o que
logremos hacer repetir los comicios, eso lo logra el voto en blanco. La ciudad
ya sabe votar en blanco: En 2011, el voto en blanco estuvo en el tercer lugar
de votación con el 10% de los sufragios, el segundo puesto en el país; en 2015
mantuvo el tercer lugar en la votación local, el mismo porcentaje y otra vez el
segundo puesto nacional; en 2019 el voto en blanco consiguió el segundo lugar
en la votación a la alcaldía con el 21,97%, el primer puesto nacional.
La ciudad conseguirá que el voto en blanco gane en 2023. ¡Esta es la
vencida!
Por esas
razones, tomé la decisión de utilizar el recurso democrático de enarbolar la
bandera del Voto en Blanco para la alcaldía de Armenia.
Armenia es
una ciudad decepcionada que no quiere seguir viviendo en el fango al que la
tienen sometida, a la que le llegó el momento de expresar su protesta. Armenia
quiere ser la primera capital de Colombia en la que triunfe el VOTO EN BLANCO.